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Noticia: El saber oír de Fernando León y Castillo y su carácter tranquilo, clave de su larga carrera diplomática

19 de diciembre de 2018

La Casa-Museo León y Castillo de Telde fue testigo de la presentación de la segunda reedición de la obra 'León y Castillo. Embajador (1887-1918), por parte del historiador canario Víctor Morales Lezcano.

El historiador estuvo acompañado por el consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Ruiz, así como por el director general de Cultura, Patrimonio Histórico y Museos, Oswaldo Guerra, quienes glosaron en su presentación previa los diferentes aspectos de Fernando León y Castillo, tanto en su faceta de político como en la de historiador, dentro de los objetivos planteados por la institución grancanaria de mantener viva su memoria y legado, coincidiendo con el centenario de su fallecimiento.

En la presentación de Víctor Morales, el consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Ruiz, afirmó que “han pasado 100 años desde el fallecimiento de Fernando León y Castillo, y todavía hoy su figura, su pensamiento y su dimensión política son un referente para entender buena parte de los acontecimientos que tienen lugar hoy en día en el marco de las relaciones estratégicas entre el norte de África y Europa”.

Para el consejero de Cultura, “León y Castillo era, por encima de todo, un hombre de Estado, con una dimensión y proyección internacional, que ocupó puestos clave como el de Ministro de Ultramar, Ministro de la Gobernación y Embajador de España en París, lo que le permitió participar de lleno en la toma de decisiones en torno a la configuración de los equilibrios de fuerza de la Europa de finales de siglo XIX y principios del XX”.

Carlos Ruiz subrayó en su alocución que “es verdad que la dimensión insular de León y Castillo es la que más ha trascendido entre los canarios y canarias de a pie, sobre todo porque gracias a él esta isla es hoy lo que es gracias a él. A su influencia y poder político debemos importantes decisiones que favorecieron, entre otras realidades, la creación del Puerto de la Luz y de Las Palmas, el Lazareto de Gando, las comunicaciones telegráficas y las marítimas interinsulares entre islas, la apertura de carreteras, y un largo etcétera”. Infraestructuras que, según se recordó en la presentación de este libro, sería su hermano Juan quién las llevaría a la práctica,  “lo que significó un verdadero plan de modernización de Gran Canaria sin precedentes hasta ese momento”.

De la misma forma, Carlos Ruiz alabó la profesionalidad, experiencia y capacidad del experto Víctor Morales Lezcano, tanto por sus amplios conocimientos sobre el Magreb, como del mundo islámico en general, pero además, ha destacado por haber dedicado parte de su labor profesional a estudiar y reunir información, bibliografía y documentos de interés sobre la figura de Fernando León y Castillo.

18 años en París

Ya en su disertación, Morales Lezcano señaló que “Fernando León y Castillo pudo desarrollar durante tantos años su actividad diplomática gracias a su 'saber oír' y a su carácter tranquilo. Esos fueron dos de los aspectos que posibilitaron su permanencia en esa primera línea negociadora. Es infrecuente ese batir records en la historia de la diplomacia española y,  sin ser miembro del Cuerpo Diplomático, haber estado 18 años en lo que era entonces la meca del mundo diplomático de Europa, en París”.

El historiador reconoció que León y Castillo se ha convertido con el paso de los años y a través de su extensa labor profesional, en una verdadera lección de historia, imprescindible para interpretar muchos de los aspectos de la realidad que se vive hoy en día. Morales considera que “aunque hayamos escrito mucho sobre él, la importancia de su labor y la relación de la misma con el tiempo que le tocó vivir merece ser puesta en valor de manera regular, porque siempre nos aparecen matices que permiten entender situaciones de toda índole”.

Un ejemplo de ello lo aclara Víctor Morales al destacar que “León y Castillo muere justo en la primavera de 1918, y meses después concluía la I guerra mundial. La cuestión marroquí había obtenido mientras una eventual solución jurídico-política, dentro del repertorio de figuras coloniales al uso entonces”. Al mismo tiempo señaló de forma muy acertada que “ninguno de los dos grandes anhelos de diplomático que cultivó el patricio grancanario se habían cumplido satisfactoriamente: ni España había obtenido una parte - proporcionalmente justa - en Marruecos, ni la penetración se había llevado a cabo de acuerdo con el ideal pacifista y mercantil con que soñara él. La solidaridad franco-española y más distantemente, la hispano-inglesa, no habían salido fortalecidas después de la contienda, cuya conclusión no pudo presenciar León y Castillo pero sí previó a grandes rasgos y a buen tiempo”.

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