Noticia: Yolanda Domínguez: “La ultraderecha ha envalentonado a personas que se sienten legitimadas para generar odio”
4 de mayo de 2021
“El mayor enemigo de la desigualdad es la pereza. Nos resistimos al cambio porque nos cuesta esfuerzo, es ir contra todo lo que se ha aprendido, exponerte a la crítica y a no ser entendidos. Esto es muy difícil, por eso además del conocimiento es necesario el compromiso”, asegura la artista visual experta en comunicación y género Yolanda Domínguez.
Domínguez participa en el ciclo Ciberfeminismo el día 6 de mayo, a las 19:00 horas, en la Casa-Museo León y Castillo de Telde, para hablar del activismo feminista y redes sociales y hará hincapié en los procesos participativos que organiza a través de sus redes sociales para concienciar sobre las desigualdades, que a su vez tienen un impacto en los medios de comunicación.
Considera que las redes sociales son un nuevo contexto de trabajo para el activismo feminista. “Es una nueva herramienta para estar en contacto, para poder movilizarnos y compartir ideas”, explica. La parte positiva es que permite hacer iniciativas conjuntas a mujeres que no tienen que conocerse ni estar en el mismo punto físico, pero también tiene sus sombras, detalla.
Y esas sombras son los ‘hater’ (personas que muestran sistemáticamente actitudes negativas u hostiles ante cualquier asunto) y los ‘troll’ (un usuario con identidad falsa que se dedica a publicar contenidos ofensivos o mentiras en Internet). “Es una violencia virtual que está ahí y que parece que no existe porque solo la sufren las mujeres que tienen cierta voz y que nadie ve, porque además tampoco tiene una secuela física. Creo que es necesario hablar de ello, de cómo se nos silencia constantemente, se nos amenaza y se nos cierran voces y puertas. Ahí hay un tema interesante que poner sobre la mesa”, explica.
Sobre cuál es el motivo de que en los últimos años proliferen los insultos y amenazas en las redes sociales, asegura que hay varios. Entre ellos, que las redes sociales son el nuevo espacio público. “Las mujeres siempre hemos sido atacadas en el espacio público porque era un lugar que pertenecía más a los hombres, y a las mujeres que estamos teniendo cierta relevancia se nos ataca porque estamos conquistando un nuevo espacio público”, especifica.
Regular
Otro de los motivos es porque no existe una regulación. “Casi todos estos ataques provienen de personajes anónimos que tienen avatares de ficción y nombres que no son rastreables, por lo que gozan de cierta impunidad”. Y una denuncia no es efectiva, porque si se consigue que cierran la cuenta, abren otra, aclara. Por eso aboga por una regulación previa. Una buena medida es reclamar que cuando una persona se abre una cuenta lo tenga que hacer con un nombre real y con un personaje real. “Esto podría ser un primer paso para que no haya gente escondiéndose detrás de máscaras”, afirma.
Además, asegura que “se ha demostrado que los ‘bots’ -una cuenta automatizada administrada por un algoritmo y no por una persona real- son cuentas de aperturas recientes, sin seguidores y que responden a una acción muy específica y con ‘hashtag’ específicos. Todo este odio también se puede comprar”, asegura.
“Estos grupos políticos nuevos de ultraderecha han envalentonado a personas que se sienten ahora con más legitimidad para generar odio. Lo que antes no se atrevían a decir, ahora sí, eso es una realidad”, explica.
Sin embargo, aclara que “es señal de que se está avanzado, porque si no hubiese cambios tampoco habría una resistencia. En cierta manera es una señal de triunfo, porque si las cosas siguiesen como antes, nadie protestaría. Esa resistencia es señal de que hay un movimiento, pero es cierto que tenemos que reflexionar sobre esta nueva situación y poner pautas para relacionarse entre las personas. Igual que existen unas leyes que regulan el espacio público, también debería haber leyes que regulen el espacio virtual”, explica.
Sobre cómo afectan esos mensajes a quienes lo reciben, afirma que “nunca se está preparada para el odio, una puede asumir las críticas, pero lo que ocurre en las redes sociales no son críticas a tu trabajo, son amenazas e insultos a tu persona y para eso nadie está preparado. Nadie lo lleva bien, pero lo haces porque tienes un compromiso profundo”, explica al tiempo que recuerda que mujeres reconocidas ya han anunciado que dejan las redes sociales por esos ataques, como Cristina Fallarás o Ada Colau.
“Hay estudios que demuestran que el perfil del ‘troll’ es masculino, relacionado con el narcisismo, con una necesidad de llamar la atención y con el odio, que tiene que ver con la masculinidad. Y también hay estudios que demuestran que a quien se ataca principalmente son a las figuras femeninas. Una mujer que se rebela, que es crítica y que tiene cierta relevancia, es una diana perfecta”, relata.
La educación como arma
Domínguez explica que no solo realiza acciones activistas y reivindicativas, que sirven para visibilizar, pero no para profundizar, sino que también se dedica a la docencia y a la formación, y también realiza colaboraciones en medios de comunicación como ‘El HuffPost España’ y el programa de radio ‘Efecto Doppler’ en Rn3. Además, publicó en febrero el libro ‘Maldito estereotipo’, en el cual analiza porqué es importante la mirada de las mujeres en la cultura y explica de dónde proviene el imaginario. “Tenemos una cultura incompleta y nos limita, no nos hace libres”.
“El imaginario que le hemos pasado a las nuevas generaciones es de hace 600 años. Es verdad que hemos avanzado mucho en tecnología, pero el contenido de lo que vemos sigue siendo el contenido que plasmaban señores hace 500 años. Lo que hace falta es una reflexión, una conciencia de la importancia social del trabajo de quien crea imágenes, ya sean los medios de comunicación, la ficción o la publicidad. Todos esos sectores tienen que adquirir conciencia, adquirir conocimientos, porque les falta, hay que formarse”, asegura.
Por eso aboga por pedir responsabilidad a quien tiene el poder de cambiar las cosas, que es quien tiene el poder de crear la imagen. “Los consumidores tenemos cierta responsabilidad de apoyar o no a esos medios, pero no tenemos su poder”, afirma al tiempo que aclara que las regulaciones son muy laxas porque solo dicen: “se procurará no hacer un uso vejatorio de la figura de la mujer”.
“Lo visual, la imagen, es hoy por hoy la herramienta de comunicación más utilizada y la más poderosa porque es la que recordamos mucho más tiempo que el resto de lenguajes. La gente no entiende que la ficción puede educar, nadie se lo ha contado y en las escuelas no se trabaja la imagen. Pasamos muchas horas haciendo sintaxis, gramática, dictados o lecturas, pero nadie explica cómo funciona la comunicación visual. Si es la que más usamos, también debería ofrecerse una formación en esta herramienta”, explica.
Domínguez sí reconoce que se ha avanzado en el tema de la publicidad, ya que cada vez los consumidores denuncian más porque “el público tiene más formación que los propios sectores que generan la imagen. Hay veces que da la sensación de que viven en cuevas o puede ser que se hagan los locos”, asegura y aboga por un cambio.
“Los medios no dan más de lo que ya conocemos, primero, porque tienen miedo al riesgo y a perder audiencia si nos dan una cosa diferente y, segundo, porque los estereotipos son muy efectivos a la hora de comunicar. Si te hablan en el lenguaje que ya entiendes se aseguran que llega el mensaje. Por eso no quieren cambiar, por miedo a perder audiencia o dinero, pero ya está pasando que la audiencia se queja y pierden dinero, y por eso se empieza a ver en algunos sectores que hay preocupación y cambio”, especifica.
Y esa preocupación empieza a sentirse también en los medios de comunicación y por eso le piden que imparta talleres de formación. Aunque reconoce que no se ha avanzado lo suficiente porque desde el titular hasta el tipo de noticia o la foto que eligen no es la más adecuada. “No puedes denunciar el maltrato a una mujer poniendo el foco en la víctima, tiene que haber un giro de cámara y ponerlo en los responsables, hacerles sujeto, porque en los titulares el sujeto es la mujer. Hay muchos errores que es necesario solventar. Es verdad que hay un mayor foco de atención a la violencia de género en los medios, es cierto, pero el cómo se cubre la noticia está a años luz de ser correcto”, aclara.
En marcas o publicidades empieza a haber más avances, pero este cambio es un “maquillaje” porque en la propia empresa su estructura es desigual, es machista y permite, por ejemplo, que sus productos se fabriquen con trabajo esclavo de mujeres y niñas en países pobres, explica. “De momento, son cosas superficiales y no nos podemos conformar con eso, hay que ir más allá”, dice.
Por eso propone formación, formación y más formación, además de concienciación del poder que se tiene y de la responsabilidad. “A veces no asociamos el poder con responsabilidad y hay que empezar a asociarlo. Todo el mundo habla de libertad, pero nadie habla de responsabilidad”, asegura.
Una cultura machista
Domínguez explica que la cultura machista la reproducen tanto hombres como mujeres. “Todas las personas somos machistas, algunas más y otras menos, pero no depende de si eres hombre o mujer, sino de la cultura. Las mujeres nos quejamos más porque somos la parte más perjudicada y parece que este asunto nos importa más, pero los hombres entienden que también les perjudica de alguna forma, incluso a los hijos. Una vez que entienden que esa actitud es perjudicial para todo el mundo, no les queda otra que empezar a cambiar”, asegura.
En cuanto a las críticas al feminismo aclara que la postura feminista es lograr la igualdad de derechos real efectiva entre hombres y mujeres. “El feminismo es un movimiento político que tiene ese objetivo, no hay distintos objetivos, aunque puede haber distintas estrategias, y hay personas que diferimos en cuál es la estrategia mejor para lograr esa igualdad”, especifica.
“El objetivo es muy concreto y debatir sobre cuáles son las mejores estrategias no es negativo, siempre y cuando se haga con respeto y se escuche a todas las partes”. En cuanto a las críticas por esa diversidad de opiniones, asegura que es una estrategia del patriarcado y del machismo para poner el foco en algo que ni siquiera es negativo. “En cualquier movimiento político hay diferencias, eso es positivo, tiene que ir amoldándose a la sociedad a medida que avanza, no puede ser siempre igual, tiene que ser vivo y para que esté vivo, se adapte y sea flexible, tiene que haber un debate interno”, concluye.