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Noticia: Teresa Correa: “Mi trabajo artístico y mi vida es lo mismo, son binomios indisolubles”

23 de junio de 2021

La fotógrafa y artista visual Teresa Correa lleva varias décadas rescatando la memoria de Canarias a través de sus obras y reconoce que ahora su gran interés es empezar a visibilizar a la mujer desde la prehistoria, “porque si queremos exigir derechos en el presente, es necesario empezar por el principio”, asegura.

“Si te vas a la crónicas siempre se ha infravalorado a la mujer y su papel es fundamental, y si no la visibilizamos desde la prehistoria mal lo llevamos desde el presente. Yo estoy muy comprometida con este tema porque hay muchas páginas que están en blanco y hay otras que se deberían de reescribir. El arte es una herramienta potentísima para contribuir a crear otros relatos posibles, otras narrativas y otros acercamientos, porque hoy afortunadamente este relato fundacional está siendo revisado desde la historia, la arqueología y la antropología. Se está descolonizando el relato y el arte tiene mucho que aportar”, explica.

“Estamos de enhorabuena porque en las distintas disciplinas se está normalizando incorporar el enfoque con perspectiva de género. A mí, como creadora, me abre un campo espectacular porque puedo trabajar con investigadores que incorporan de manera natural la perspectiva de género”, detalla esta artista que recibe el día 23 de junio, a las 19:00 horas, un reconocimiento en la Casa-Museo León y Castillo de Telde dentro del ciclo ‘Más que musas’.

“En esto soy bastante positiva, porque creo que el feminismo está calando mucho en la sociedad y lo que ha pasado en los últimos días ha puesto de manifiesto que la mujer vive hasta hoy en una situación de completa desigualdad y vulnerabilidad con respecto al mundo masculino. Todo esto hace que no solo las mujeres seamos conscientes de ello,  sino también nuestros pares masculinos. Soy de la facción feminista que lucha por la inclusión, yo quiero que los hombres sean feministas. Queremos sociedades inclusivas y que caminemos a la par las dos partes de la humanidad, porque una parte se ha quedado al margen. Lucho por eso, por un feminismo inclusivo”, asegura.

Reconoce que en ese sentido ella ha sido afortunada porque no lo ha sufrido directamente, aunque asegura que está en contra de la cuota por la cuota. “Quiero que me llamen por mi trabajo, por la calidad o porque el discurso que tengo te va bien dentro del contenido o por el discurso que como comisario o comisaria quieres para tu exposición, pero no me llamen nunca para hacer una exposición de mujeres si no hay un hilo conductor”, especifica.

Una artista en proceso

La fotógrafa asegura que a pesar de los años que tiene se considera una artista muy joven. “Para nada nada estoy en la madurez de mi trabajo, sino que soy una artista que me voy haciendo todos los días. Es verdad que llevo una trayectoria de 20 años, con una línea de trabajo de la que no me he desviado, aunque es una línea que está llena de afluentes, pero me siento una artista en proceso. Mi trabajo artistico y mi mi vida es lo mismo, son binomios indisolubles, no puedo compartimentar una Teresa de la otra. Las dos son lo mismo y conforme me voy haciendo mayor, cada vez ese binomio es más compacto y está mucho más a gusto la una con la otra”, explica.

Y además, asegura que lo que más le gusta de su trabajo es el proceso, aunque el fin último sea mostrarlo a la sociedad. “Yo trabajo para compartir, me considero una activista visual, estoy comprometida absolutamente con la sociedad con la que vivo y una de las maneras de comprometerme es a través de mi trabajo”, detalla.

“El proceso es maravilloso, pero esa mirada que devuelve el espectador o la espectadora al trabajo le da un sentido nuevo a tu obra, o un sentido complementario o un sinsentido. Yo no trabajo sola al final, mis investigaciones se enriquecen con las aportaciones de las personas que interactúan con la fotografía, vídeos o instalaciones que puedo hacer. Es ríquisimo”, resume.

“Estamos en un momento maravilloso porque ya se está haciendo como una práctica normalizada que el arte aporte otros relatos, otras miradas a las distintas disciplinas que hasta hace unos años eran estrictamente del mundo académico universitario y que de ahí no salía”, asegura Correa.

Renegar de la tierra para regresar a mirar hacia dentro

Correa reconoce que en un momento de su vida renegó de su tierra, como erróneamente le achacaron a Pérez Galdós. Con 17 años se fue a estudiar a Madrid y lo hizo encantada y con la convicción de que no iba a volver porque no le interesaba para nada Canarias. Pero 17 años después de vivir en diferentes lugares del mundo, las cosas de la vida le trajeron nuevamente a las Islas cuando ya era fotógrafa y su primer trabajo fue para el Museo Canario.

“Esa puerta de la isla que yo siempre había abierto para afuera y que no me interesaba para nada lo que había dentro, gracias a mi contacto con el material del Museo de pronto se abrió para adentro y encontré un mundo jamás pensado. A partir de ahí empezó mi trayectoria como artista visual, porque trabajar para el Museo me despertó a reencontrarme con la tierra donde había nacido y de alguna manera a vincularme, porque nunca me había sentido vinculada con el entorno geográfico donde nací”, reconoce.

Y así descubrió que tenía enfrente el legado de unas personas que había vivido hace miles de años, con una cultura muy particular, pero que hay muchas manifestaciones que se mantienen aún hoy en el presente. “Para mí fue el gran hallazgo, porque era vincularte con el contexto geográfico en el que naces a partir del descubrimiento del legado que atesora el Museo Canario”, explica. Eso le llevó a contactar con otros museos que le hacen despertar como canaria y querer fotografiarlo todo y empezar a mirar de otra manera, porque ese legado tiene muchas lecturas, relata.

“Esa causalidad de volver obligada hizo que retornara la hija pródiga a la isla y que dedicara mi vida a investigar en nuestro pasado y a dedicar mi trabajo artístico y mi compromiso con la sociedad a rescatar desde un lenguaje artístico ese legado, desde la humildad”, asegura.

“Si como artista comprometida con el contexto en el que vivo quiero entender el presente tengo que ir al pasado para tener una visión absolutamente fundamental que complemente el presente y que nos dé pista de hacia dónde vamos. Y soy positiva, porque creo que vamos bien, aunque hay muchas cosas todavía, pero sí que veo mucha gente comprometida y esta pandemia lo ha puesto de manifiesto. La pandemia nos ha servido para tomar un poco de distancia y ver que tal como íbamos, no íbamos bien. Creo que hay mucha gente que ahora es consciente”, explica sobre Canarias.

La democratización de la fotografía

Correa es una defensora de la democratización de la fotografía porque hace que las personas se detengan en un momento en que vivimos bombardeados de millones de imágenes por segundo, que somos incapaces de digerir la comunicación y la información que recibimos, que estamos siendo manipulados sin darnos cuenta, afirma.

“El tiempo que le estás dedicando a hacer una foto te estás parando, estás enfocando, encuadrando un ángulo muy pequeño de la realidad, estás deteniéndote, porque vivimos inmersos en una sociedad que no nos permite detenernos, es una huida hacia adelante, una carrera, de link en link. Estamos en una sociedad que nos empuja a que ampliemos y no profundicemos. Al final hay una sensación de vacío existencial porque no profundizas en nada. Y mi trabajo es una invitación a detenernos, porque yo quiero profundizar, he seguido en esta línea de investigación y es un proyecto de vida que me permite al mismo tiempo que voy ampliando, voy profundizando y deteniéndome. Es ir en contra de la sociedad en la que vivo, de la inercia en la que vivimos”, detalla.

“Me encanta que mi fotos sean cada una como el inicio de una historia, que te detengas, que te inviten a detenerte. Hemos perdido la experiencia del tiempo. Cuando me preguntan qué es lo más te gusta, digo: mirar para los celajes, porque no es perder el tiempo, es ganarlo”, explica.

Pero pese a la democratización de la fotografía asegura que hacer fotografía de autor o autora no es soplar y hacer botellas, es una profesión muy dura y mal reconocida y remunerada. “Los artistas visuales somos gente muy comprometida con nuestro trabajo, pero es un medio muy hostil porque en la cadena alimenticia siempre somos los últimos”, especifica.

Y en este sentido se muestra encantada con las ayudas que las instituciones públicas han sacado para los artistas y para el mundo de la cultura, aunque reconoce que no son suficientes porque el apoyo debería de ser continuo. “Yo creo que de las cosas buenas de la pandemia fue ver la importancia que tiene la cultura para cualquier sociedad porque nos trajo alegría y nos mantuvo a flote, pero evidenció lo maltratada que está por las instituciones y puso de manifiesto la precariedad en este mundo”, detalla.

“Siempre pido el apoyo de las instituciones para que nos ayuden a dar el salto fuera de las islas. Es una asignatura pendiente, porque muchas veces no quieren hacer trabajos con nosotros fuera de las islas por todos los problemas que tenemos a nivel fiscal”, asegura al tiempo que pide apoyo para la gente joven “que viene pisando fuerte”.

En este sentido, aboga para que no haya diferencias culturales entre las islas y reivindica que haya formación académica en cada una de ellas para que la gente joven que tiene inquietudes tenga fácil acceso. “La cultura tiene que ser accesible, no tiene que ser de una élite o de cuatro”, asegura.

Una nueva exposición: ‘Madre’

Teresa Correa trabaja en la actualidad en una nueva exposición que verá la luz en octubre en la sala El Aljibe de El Almacén, en Lanzarote, que lleva por título ‘Madre’ y que está comisariada por Adonay Bermúdez. “Esta exposición me ha hecho mirar hacia atrás, no solo mirar sobre la memoria de la isla, sino también de la isla que es Teresa Correa, sobre mi memoria como artista a partir de esa foto que es un encuentro con ese cráneo de mujer aborigen que es morfológicamente idéntico al mío”.

Así que relatará cuál ha sido su trayectoria hasta hoy a partir de ese encuentro. “Mi camino es uno, y va a ser como una mirada del encuentro de esta gran madre que ha sido una madre gestadora de muchas imágenes y de muchos relatos, hasta el día de hoy.  No es una retrospectiva, sino que ahora me voy a mirar a mi misma, a la memoria de Teresa Correa como isla. Es mirar hacia atrás para ver donde estoy ahora y hacia donde voy”, concluye.

 

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