Noticia: Kenia Martín Padilla: “Leer mi poesía es como leer un diario personal”
23 de abril de 2022
Los últimos diez años han sido una década ajetreada para Kenia Martín Padilla. Ha vivido inmersa en su carrera profesional y en la preparación de oposiciones al cuerpo de profesorado de Secundaria. La poesía ha permanecido en barbecho, aunque “eso no significa que no haya creado”, advierte. Tras el confinamiento, se dio cuenta de que tenía preparada una obra que debía ver la luz. Y se lanzó a la busca y captura de una editorial. No fue una tarea fácil. De hecho, la escritora reconoce que publicar es una labor mucho más dura que escribir, pero el deseo constante de llegar a los lectores es el aliciente que le impide tirar la toalla. Y lo ha conseguido. Su poemario ‘Palabras en cadena’ se presenta el día 26 de abril, a las 18:30 horas, en la Casa-Museo Tomás Morales de Moya. Felipe Landín, profesor de Lengua y Literatura, como ella, hará de maestro de ceremonias. La poesía está servida.
P.- Poeta y filóloga. Una unión que parece predestinada, pero puede ser una manzana envenenada. ¿Es usted su peor correctora?
R.- Absolutamente. Por ese motivo, la publicación del libro ‘Palabras en cadena’ ha estado tanto tiempo en la casilla de salida. La brevedad y concisión de la poesía permite que se pueda escribir a ratos, sin embargo, también requiere de una estructura que es preciso revisar y corregir. Pero no solo me ocurre con la poesía. Me gusta revisar cada palabra que escribo, desde un artículo a un mensaje de texto, quizás por deformación profesional. La escritura es la vía donde me encuentro más cómoda, precisamente, porque es un código sobre el que se puede volver. En la lengua hablada es posible rectificar o reformular algo que se ha dicho; pero la palabra pronunciada, dicha queda, y no tiene vuelta atrás. La escritura, en cambio, requiere pensar bien lo que se quiere transmitir.
P.- ‘Palabras en cadena. Poesía reunida (2010-2021)’ es su primera publicación poética después de una década. ¿Qué detonante ha hecho volver a las musas?
R.- Como bien expone Covadonga García-Fierro en el prólogo del libro, que no haya publicado no significa que no haya creado. El problema es que, durante esa década, estuve centrada en finalizar los estudios de posgrado y mi carrera profesional, como investigadora, primero, y después como docente. Fueron años de mucho ajetreo, cursos de especialización, congresos, aprendizaje de idiomas, docencia, escribir la tesis, preparar la oposición… terminaba agotada con tantas horas de escritorio y lo menos que me apetecía en mi tiempo libre era sentarme de nuevo al ordenador. Una vez cumplí mis expectativas laborales, me tocó pensar en la creación. Y reconozco que la pandemia fue decisiva porque, tras el confinamiento, tuve el tiempo para plantearme que tenía una obra a la que debía dar salida cuanto antes.
Así que, más que una vuelta a la escritura, la publicación poética se ha materializado cuando he tenido el tiempo de ordenar el trabajo y buscar una editorial. Llamé a muchas puertas sin éxito y debo decir que ‘Nectarina Editorial’ me lo puso muy fácil. De hecho, la parte más ardua del proceso no es escribir el libro, sino poder verlo finalmente convertido en una obra impresa y, sobre todo, hacer que llegue a los lectores.
P.- ¿Tenemos ante nosotros un poemario íntimo, a modo de antología de su obra anterior, o su poesía inicia aquí una nueva dimensión?
R.- La poesía es una forma de expresión muy íntima, de hecho, me han dicho que leer mi poesía es como leer un diario personal. Es cierto que en esa línea discurren muchos de mis poemas. Sin embargo, en lo íntimo hay siempre hilvanados distintos temas, algunos intimistas, como el amor o el desamor, y otros más reflexivos o filosóficos como el paso del tiempo, el lenguaje o la identidad. Por otra parte, dado que los cuatro poemarios que componen el libro son cronológicos, puede en ellos, quizás, observarse mi evolución como poeta, a partir de mis obras anteriores. Pero nunca debemos olvidar que la poesía es ficción y que, como tal artificio, nunca debe confundirse al yo poético con el escritor real.
P.- Usted ha dicho “Las palabras nos permiten conocer el mundo y crean universos nuevos”. ¿Se refiere a la universalidad de las palabras o de las personas?
R.- El conocimiento nos llega a través del lenguaje. Los niños aprenden el mundo cuando aprenden a expresarse, a llamar cada cosa con su nombre. Más tarde, si queremos aprender cualquier concepto de cualquier disciplina, tenemos irremediablemente que recurrir a la palabra, oral o escrita. De hecho, la ciencia se crea y se comunica con palabras. En ese sentido, el lenguaje nos permite conocer el mundo, es el sistema de comunicación más sofisticado y perfecto. Pero, además, el motor creativo del lenguaje es infinito. Podemos crear cualquier mensaje combinando sonidos, sílabas, palabras y oraciones. Puede que grandes obras de la literatura estén aún sin inventar. Por eso, las palabras crean universos nuevos.
P.- Es una poeta de su tiempo. En ‘Palabras en cadena’ aparece la crítica social, los problemas medioambientales, la superficialidad de las redes sociales… ¿Es importante para usted mantener los pies en el suelo?
R.- Creo que hay que ser conscientes del mundo en que vivimos. De nuestras ventajas como ciudadanos del primer mundo, pero también de nuestra superficialidad. Mi vida y mi obra se dividen entre esa dualidad. Debemos ser honestos y asumir nuestra culpa en los problemas que nos rodean. Soy consciente de la importancia del mundo natural, pero también de que todos contaminamos, consumimos o perdemos el tiempo en las redes sociales, en mayor o menor medida. Forma parte de nuestro mundo. Y la poesía, como expresión de la vida, ha de reflejar también esa realidad.
P.- También hace una reflexión sobre el paso del tiempo en varios poemas. Sorprende en alguien tan joven. ¿O es solo una reflexión metafórica?
R.- Es una reflexión intelectual. Me obsesiona el tiempo porque es algo que de ninguna manera puede controlarse, avanza sin retorno y no puede retenerse. El tiempo es lineal, no podemos adelantar o retroceder como en una película, y eso me parece muy frustrante. Además, todos carecemos de tiempo; cambiamos el tiempo por dinero. Es decir, vendemos nuestro tiempo para trabajar y vamos siempre como pollos sin cabeza, porque no nos da tiempo de hacer todo lo que quisiéramos.
P.- ¿Cómo nace su interés por escribir? ¿Siempre fue poesía?
R.- Desde pequeña siempre he sentido la atracción de las palabras. Mi madre me leía y me cantaba, siempre me gustaron los libros. Además, cuando era pequeña pasaba mucho tiempo dibujando e inventando historias. Me aconsejaron que estudiara otra cosa en vez de filología, porque es de sobra conocido que las chicas aplicadas deben estudiar medicina o derecho. Pero yo seguí mis instintos y no me arrepiento. Siempre tuve preferencia por la poesía, pero también he escrito prosa. De pequeña escribí una novela, tengo algunos relatos y muchas ideas para el futuro. En mi página web, keniamartinpadilla.com, puede accederse al único texto en prosa que tengo publicado. Se trata del relato ‘¿Aló?’, mención de narrativa en el Premio Félix Francisco Casanova y que escribí, precisamente, durante una estancia en La Gomera.
P.- La literatura ‘en femenino’, sobre todo en Canarias, es otro de sus focos de interés e investigación.
R.- Paradójicamente, mi ámbito de especialización como investigadora es la Lengua Española. Sin embargo, cuando finalicé mis estudios, justo comenzaba un movimiento de recuperación y visibilización de voces femeninas. Para mí fue una revelación comprobar que existían tantas mujeres escritoras silenciadas por la historia. Y quise aportar mi granito de arena, con trabajos de carácter científico, pero también divulgativo, porque creo que es esencial que la información llegue a las masas y no se quede en los focos universitarios.
P.- ¿Todo empezó con Josefina de la Torre? Es una figura sobre la que ha profundizado bastante…
R.- Sí, sobre todo cuando se decide que forme parte de los autores que componen las pruebas de acceso a la universidad. Cuando los profesores y profesoras de instituto se dispusieron a preparar sus clases, se dieron cuenta de que no disponían de suficientes materiales de forma accesible. Por eso, desde algunas organizaciones, como la Academia Canaria de la Lengua, se intentó enmendar ese vacío. Por mí parte, elaboré la ficha de Josefina de la Torre en ‘Archipiélago de las Letras’ y algunos artículos y, a partir de ahí, he seguido colaborando con mi humilde aportación, pese a que en la actualidad hay muchas líneas de investigación tanto de Josefina de la Torre como de otras escritoras.
P.- Ha escrito que “decir mujer y literatura es decir silencio y subordinación”. ¿Cuántas figuras relevantes se han quedado en el camino?
R.- Muchas. Algunas ni siquiera se conocen. Y es una pena porque, sin esa memoria histórica, las poetisas del hoy careceríamos de referentes. Además, hablamos de escritoras con una excelente calidad y que, en muchas ocasiones, han sido valoradas sólo desde la óptica masculina. Un ejemplo que he estudiado es el de la grancanaria Ignacia de Lara, coetánea de Tomás Morales, a la cual no se le ha dedicado ni la mitad de su atención. De hecho, su poesía intimista se ha catalogado como la expresión de la tristeza y la melancolía, en relación a la afectación que suele achacarse a las féminas. Y, sin embargo, según mi punto de vista, su expresión se acerca indudablemente más a la ira, una emoción casi vetada para nosotras. Como en otros ámbitos del saber, la producción de la mujer ha sido menospreciada y relegada a un segundo plano. Recuperar nuestra historia es conocer el conocimiento artístico, científico y filosófico de la mitad de la humanidad, que ha quedado sepultado por los siglos.
P.- En la conferencia 'El vestido y la moda en la poesía de Josefina de la Torre', en el Seminario sobre Modernismo en Gran Canaria que organiza la Casa-Museo Tomás Morales, realizará un recorrido por la producción poética donde la polifacética artista trata el tema de la moda. ¿Es la moda una reivindicación feminista?
R.- Por supuesto. Además de los derechos fundamentales, la mujer tuvo que conquistar el derecho a ponerse pantalones, a llevar el pelo corto o, simplemente, suelto, en lugar de recogido, a dejar de usar incómodos corsés, a recortar el tamaño de las faldas y sentirse cada vez más libre con su imagen. La evolución de la moda es muy interesante porque se trata de una cuestión cultural que evoluciona con la sociedad. La ropa configura nuestra imagen y nuestra identidad. Nadie es inmune a la moda, todos seguimos alguna. Y la literatura, como reflejo de la sociedad, recoge también esos cambios en la vestimenta a través de los siglos. Incluso en la poesía puede seguirse el rastro de la moda. Especialmente, me llamó la atención que en muchos poemas de Josefina de la Torre se hace alusión al vestido o a elementos de la moda para describir su mundo interior. Por eso quise estudiarlo, pese a que es un tema poco ortodoxo dentro del canon literario. Quizás por eso merezca, al menos, mi atención.
P.- Ha participado en el proyecto de ‘Constelación de escritoras canarias’, que busca la visibilización necesaria para facilitar la inclusión de la figura femenina en los currículos escolares. Usted es docente de Enseñanzas Medias. ¿Queda mucho camino por recorrer?
R.- Queda mucho camino por recorrer, pero iniciativas como esta facilitan el trabajo. Siempre he reivindicado que es en la Educación Primaria y Secundaria donde ha de divulgarse el conocimiento. Un adulto medio de clase trabajadora está demasiado ocupado con sus obligaciones para asimilar la cultura, a menos que su ámbito laboral se relacione directamente con ella, o tenga esa inquietud. Los niños y adolescentes, en cambio, son los ciudadanos del futuro y de ellos, nos guste o no, depende el progreso de nuestra sociedad. Por eso es tan importante que en las clases de literatura nos esforcemos porque el alumnado conozca a las escritoras, porque en muchos libros de texto siguen estando ausentes. El proyecto ‘Constelación de escritoras canarias’ funciona muy bien porque no es una nómina cerrada de autoras, sino que los centros pueden ir añadiendo ‘estrellas’ a partir del trabajo en las aulas.
P.- ¿Cree que, además de la presencia femenina, es importante reivindicar la identidad insular en la literatura canaria?
Es sumamente importante. Nuestra literatura ha incorporado desde siempre notas del paisaje insular. Valga como ejemplo el "no eres palma, eres retama" o "tus campos rompan tristes volcanes", de las famosas ‘Endechas a la muerte’, de Guillén Peraza, que han sido traídas a colación tras la erupción de La Palma. Los autores canarios han querido inmortalizar nuestras particularidades, como dibuja Pedro García Cabrera en sus romances de ‘Vuelta a la isla’, o como defiende en su ensayo ‘El hombre en función del paisaje’. Creo que es muy común entre nuestros escritores incluir referencias al mar o al paisaje porque, a fin de cuentas, el espacio nos condiciona y, con su inclusión, los escritores también estamos creando conciencia insular.
P.- En su blog personal aparece un apartado denominado ‘Historias de una millenial’. ¿Qué puede aportar su generación al mundo de la Cultura en Canarias?
En ‘Historias de una millenial’ mi objetivo es compartir experiencias personales desde un enfoque, digamos, menos literario. Por ejemplo, reflexiones sobre la amistad o el amor, sobre la identidad y la imagen física, junto a anécdotas propias de mi tiempo y banalidades regadas con humor, una faceta que la poesía no me permite desarrollar. Por ejemplo, en la entrada ‘Si das mucho es porque eres mucho’ cuento mi experiencia en las relaciones personales, pero también incluyo anécdotas sobre mi ritual de acicalamiento cuando salía de fiesta con mis amigas. Tengo preparadas entradas sobre cuando me saqué el carnet de conducir, sobre la incomodidad de nuestra forma de vestir, el consumismo moderno, las redes sociales… en fin, cosas de nuestro mundo. En mi generación y en las más modernas hay mucho que decir. Las nuevas voces lo tienen muy claro, la literatura ha de traspasar la frontera del libro y verterse en la red. Espero poco a poco ir dotando de contenido el blog, que es aún muy reciente, y adquirir lectores y suscriptores a los que les gusten estos temas.
Trayectoria de Kenia Martín Padilla
Kenia Martín Padilla (Santa Cruz de Tenerife, 1986) vivió su infancia y adolescencia en la capital tinerfeña. En 2008 se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna, y en el año 2009 publicó su primer poemario, ‘Aguja de tacón’, al que sigue ‘La esencia mordida’ (2010), que fue Premio Félix Francisco Casanova de Ayala. Tras realizar el Curso de Aptitud Pedagógica, trabajó en el Proyecto PIALTE, de animación a la lectura, y consiguió una beca de la Agencia Canaria de Innovación para realizar su tesis doctoral.
En 2015 obtuvo el título de Doctora en Estudios Filológicos, con una tesis sobre familias de palabras. Su labor investigadora se orienta hacia la lexicología del español, pero también ha publicado artículos de investigación literaria, colaborando en el estudio y difusión de escritoras canarias como Ignacia de Lara, Pino Ojeda y, particularmente, Josefina de la Torre. En esta línea, destaca su colaboración con la Academia Canaria de la Lengua y su participación en el Proyecto Educativo 'Constelación de Escritoras Canarias', de la Consejería de Educación. Asimismo, realizó la traducción de la obra surrealista ‘El gran ordinario’, del escritor surrealista André Thirion, con ilustraciones de Óscar Domínguez, en 2012.
Ha realizado distintas estancias de estudio en el extranjero, en concreto, en Italia y Alemania. En 2016 aprobó la oposición al Cuerpo de profesores de Enseñanza Secundaria por la especialidad de Lengua Castellana y Literatura. Actualmente, trabaja como profesora en un centro educativo, en el que actúa como coordinadora del Plan de Comunicación Lingüística y desarrolla un proyecto de radio escolar. Ha publicado poemas en revistas digitales, como ‘Nexo’, y ha colaborado en antologías, como ‘Tenerife, paisajes de palabras’ (2017) y ‘Mujeres 88’ (2017).