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Noticia: Pedro Lozano: “La potabilización de las aguas de consumo ha sido probablemente la mayor contribución de la química a la humanidad”

22 de junio de 2022

Como decano de la Facultad de Química de la Universidad de Murcia, Pedro Lozano Rodríguez defiende a capa y espada que, desde su origen, la química ha sido uno de los más importantes motores que ha permitido el avance de la humanidad, contribuyendo a la mejora continua de la calidad y la esperanza de vida. Es divulgador e impulsor del movimiento ‘química verde’, un nuevo concepto de la ciencia que tiene como base provocar el menor impacto ambiental posible. El día 22 de junio imparte una conferencia en la Casa-Museo León y Castillo, de Telde, sobre la revolución de la ‘tecnología verde’, en el marco del Seminario de Progreso Sostenible, Derechos Humanos y Naturaleza. Las sesiones dan comienzo a las 18:00 horas.

P.- ¿Qué es la ‘química verde’?

R- La química verde es una nueva filosofía química que comparte los mismos principios y leyes de la química, aunque sus desarrollos pretenden provocar el menor, o incluso, un nulo impacto medioambiental y en la salud humana. Fue en 1998 cuando Paul T. Anastas y John C. Warner enunciaron los ‘Doce Principios de la Química Verde’, que delimitan el modo de realizar los procesos y las transformaciones químicas para obtener el conjunto de moléculas y materiales que hoy determinan nuestro excelente nivel de calidad de vida, pero ensalzando el uso de materias primas obtenidas de fuentes renovables, y las transformaciones químicas selectivas que eviten la generación de desechos y subproductos, además de minimizar los riesgos a la salud y al medio ambiente. La química verde emana directamente del concepto de desarrollo sostenible, enunciado por la ex-primera ministra de Noruega D.H. Brundtland en 1987 ante la ONU, y definido como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.

P.- ¿Los procesos químicos sostenibles son capaces de salvar el planeta?

R.- Por supuesto que sí. El cambio de modelo de desarrollo, basado en el uso de materias primas obtenidas de fuentes renovables, y su transformación para la obtención de todos los bienes que necesitamos sin la generación de desechos o subproductos, junto con la utilización de energías renovables, es, sin lugar a dudas, el único camino para contener este deterioro permanente de nuestro planeta. Pero hace falta algo más. Es necesario cambiar nuestros hábitos de vida, nuestro consumismo desaforado, y, esencialmente, introducir en nuestros procesos productivos la obligación del uso de material reciclado. Estoy hablando de una química circular. No sirve de nada obtener materiales de un modo limpio, si después simplemente los desechamos, enterramos o incineramos. Son muchas las industrias que sintetizan materiales para nuestro uso cotidiano, pero muy pocas, y a veces ninguna, las empresas que se dedican al reciclado de los materiales.

Pongamos un ejemplo. La espuma de poliuretano es el polímero más utilizado para la fabricación de colchones. En Europa hay más de 200 empresas que lo producen, pero solo hay un par de empresas dedicadas a la despolimerización del poliuretano y en España se está construyendo una. Hay que saber que en Europa se desechan 30 millones de colchones cada año, que, apilados, tendrían una altura 680 veces superior al monte Everest. Estos residuos son simplemente enterrados o incinerados. En este ejemplo, igual que cualquier otro, es necesario hablar de química sostenible, de química circular y de hábitos de consumo.

P.- Pero, ¿cuál es el papel que juegan exactamente estos procesos en el progreso de la humanidad?

R.- El conocimiento científico y sus desarrollos son lo que ha permitido avanzar en nuestra calidad de vida. Si uno observa la curva de evolución de la población mundial puede ver claramente que se mantuvo entre 100 y 900 millones de habitantes hasta mediados del siglo XIX, y, a partir de ahí, se ha producido un crecimiento exponencial, hasta llegar a los 7.500 millones de habitantes que hay aproximadamente hoy. ¿Cómo ha sido posible? Pues simplemente por el desarrollo del conocimiento científico y sus aplicaciones, en particular la química. La Química es, sin ninguna duda, la ciencia que más ha contribuido a la mejora permanente de nuestra calidad de vida. Voy a poner tres ejemplos históricos y significativos: la cloración del agua de consumo, la síntesis del amoniaco y la síntesis del primer antibiótico. La potabilización de las aguas de consumo mediante cloración ha sido probablemente la mayor contribución de la química a la humanidad, haciendo desaparecer las epidemias de cólera y disentería que diezmaron a la población durante siglos. Con la síntesis de amoniaco nacieron los fertilizantes artificiales, y, por tanto, se aumentó la producción agrícola de alimentos. Y con el descubrimiento del primer antibiótico y todos los demás que después han desarrollado los químicos, qué voy a decir que todos no sepamos… La realidad es que a principios del siglo XX la esperanza de vida era de 37 años; hoy es superior a los 80 años. Pero el tamaño del planeta no ha aumentado, sus recursos siguen siendo los mismos, y son limitados.

P.- ¿Cómo puede mejorar la química nuestra calidad de vida?

R.- Nuestra calidad de vida depende enteramente de la química. Los fármacos, los productos cosméticos y de limpieza, los fertilizantes, los materiales avanzados usados en las tecnologías de la información y los combustibles, por ejemplo, todos ellos son productos químicos. Y más importante aún, como dijo Roger D. Kornberg (Premio Nobel de Química en 2006), “aunque la gente se resiste a la idea, la vida es solo química”. Cuando decimos: “Si como dulces, engordo”, lo que realmente ocurre es que transformamos unos compuestos químicos, los azúcares, en otros compuestos químicos, las grasas. La vida es química.

Y basta recordar que, en los momentos de mayor oscuridad, por ignorancia de la humanidad, durante la pandemia del COVID 19, lo único que nos aportó certidumbre y confianza a toda la sociedad fueron tres compuestos químicos, o tres moléculas, como decimos los químicos: el alcohol (etanol), el hipoclorito sódico (lejía) y el jabón. Finalmente, ha sido una cuarta molécula, un ácido ribonucleico (ARN) modificado, desarrollado en laboratorios químicos, la molécula que nos ha devuelto la tranquilidad y nuestro modo de vida. Insisto en que nuestra calidad de vida depende totalmente de la química, y la química está llamada a seguir desempeñando un papel protagonista para afrontar los grandes desafíos de la humanidad y a aportar las soluciones a los retos de este siglo XXI con criterios de sostenibilidad.

P.- ¿La industria española está preparada para ser químicamente sostenible?

R.- La industria española es consciente de que tiene que cambiar paulatinamente sus procesos productivos hacia el camino de la sostenibilidad. Será el cambio en nuestros hábitos de consumo y en las leyes lo que determine la velocidad en este camino, en el que no hay que olvidar un elemento adicional, la competitividad de los mercados. En Europa, la obtención de un determinado producto con criterios de sostenibilidad siempre será más cara que la realizada en otros países y con otros criterios, digamos, menos sostenibles. Por esta razón, es necesario imputar de algún modo criterios de producción y/o producto sostenible al mercado mundializado en el que vivimos, para que no haya competencia desleal. Se evita así que muchas empresas resuelvan los problemas de competitividad deslocalizando las producciones.

P.- La sociedad suele asociar tradicionalmente a la química con procesos nocivos y peligrosos. ¿Cómo se logra superar este estigma?

R.- Es totalmente cierto. Aunque la química y sus desarrollos científicos y tecnológicos nos han traído a este nivel de bienestar, los malos usos de la química, el descontrol en algunas actividades industriales relacionadas con su práctica, la falta de leyes coercitivas y su aplicación, y nuestros propios hábitos han determinado este nivel de rechazo. En este aspecto, la formación y la información de la sociedad, mediante la difusión de la ciencia y de sus avances, es la principal herramienta para luchar contra este estigma que tiene la química. Pero también es necesaria una mejor educación de la sociedad en su conjunto, ya que si un desecho está contaminando un lugar, la principal responsabilidad es de quien lo ha vertido, que probablemente no conozca el carácter recalcitrante del mismo y los perjuicios que está ocasionando su acción. 

P.- Como decano de la Facultad de Química de la Universidad de Murcia, ¿cómo contribuye a lograr ese acercamiento con la ciudadanía?

R.- Como responsable de una institución pública académica, la formación y la investigación son nuestras principales misiones. En mi opinión, el trabajo que realizamos no puede quedar dentro de los muros de nuestra facultad, sino que tenemos que salir a la calle, y divulgar y difundir lo que hacemos. Aunque la formación de nuestros estudiantes es nuestro principal objetivo, tenemos que conectar con la sociedad mediante cualquier elemento dinamizador (charlas, exposiciones, tertulias, mesas redondas…) para transmitir nuestros valores universitarios y nuestro conocimiento. En este sentido, también es una prioridad el acercamiento a nuestras empresas para hacerles saber que ésta es su universidad, y compartir con ellos objetivos de excelencia en la formación y generación de conocimiento aplicado, mediante la creación de cátedras de empresa, foros de encuentro, programas de transferencia o ciclos de formación práctica conjunta. Siempre digo que mi universidad no es la Universidad de Murcia, sino que es la universidad de los murcianos.

P.- Promovió la creación de la tabla periódica de los elementos más grande del mundo en la fachada de la facultad, que también fue imagen de un billete de la Lotería Nacional. ¿Es la divulgación una prioridad en su trabajo universitario?

R.- Por supuesto que es un objetivo prioritario, como decano, como profesor y como universitario. Pero lo más interesante es que ese proyecto de construcción de la tabla periódica se lo presenté a los empresarios de la Región de Murcia, y fueron ellos quienes lo financiaron como un reconocimiento a la Facultad de Química. Hay que tener en cuenta que nuestra facultad egresó la primera promoción de químicos en 1940, y los principales receptores de todo ese talento han sido las empresas. La Facultad de Química ha contribuido decisivamente al desarrollo industrial de la Región de Murcia, y, por esta razón, nos dieron la Medalla de Oro de la Región de Murcia en 2015. La tabla periódica ya se ha convertido en un icono más de la ciudad, ya que son muchos los turistas, colegios y centros de secundaria que la visitan. Es, sin duda, una importante herramienta de divulgación de la relevancia de la química en la sociedad actual. El billete de Lotería Nacional, o el haber sido icono del Año Internacional de la Tabla Periódica, en 2019, también han ayudado a la difusión de la química, y a abrir una nueva ventana de conexión de Murcia con el resto del país, y también con el mundo.

Trayectoria de Pedro Lozano Rodríguez

Pedro Lozano, nacido en 1961 en Ceutí (Murcia), es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Murcia en 1984, y doctorado en Ciencias Químicas en 1988. En 1993 se reincorporó a la Facultad de Química de la Universidad de Murcia como profesor titular de Bioquímica y Biología Molecular, siendo promovido a Catedrático de Universidad en 2004. Entre 1996 y 2014 fue vicedecano de la Facultad de Química y coordinador del Grado de Bioquímica de la Universidad de Murcia. Desde 2014 es decano de dicha facultad.

El profesor Lozano ha sido también profesor visitante en las Universidades de Rennes-Francia (2002), Burdeos-Francia (2013) y Rio Grade do Sul (Porto Alegre-Brasil, 2019). Su actividad investigadora ha estado relacionada con la tecnología enzimática, centrada principalmente en el uso de biocatalizadores para el desarrollo de procesos químicos verdes y sostenibles. Es autor de más de 140 publicaciones entre artículos de investigación, revisiones, capítulos de libros, etc., y más de 200 contribuciones científicas en congresos nacionales e internacionales.

Como decano de la Facultad de Química de la Universidad de Murcia, el profesor Lozano recibió la Medalla de Oro de la Región de Murcia, concedida a dicha facultad en 2015, y ha promovido la construcción de la Tabla Periódica más grande del mundo en la fachada principal de esa misma facultad en 2017, siendo entonces utilizada por la IUPAC como imagen institucional durante la celebración del Año Internacional de la Tabla Periódica en 2019.

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