Noticia: Luisa Elena Delgado: “La narrativa galdosiana está llena de personajes ‘voluntariosos’ en su doble sentido positivo y negativo”
23 de junio de 2022
P.- Usted será la encargada de cerrar el XII Congreso Internacional Galdosiano con una ponencia que habla de la dimensión pública de las emociones en la obra de Galdós. ¿En qué consisten las disonancias afectivas que plantea en su intervención?
R.- El concepto de disonancia afectiva lo acuñó la crítica Clare Hemmings. Para ella, las disonancias afectivas definen el conflicto entre el sentido de una misma y sus posibilidades concretas de expresión o validación. Son, por tanto, experiencias de incomodidad o extrañeza. Me parece un concepto útil para el estudio de la narrativa decimonónica, en general, muy enfocada en explorar lo que los personajes sienten, y la de Galdós en particular, cuyos textos están poblados de personajes con un sentido de identidad personal a menudo reprimido o invalidado. Eso es particularmente evidente en el caso de los personajes femeninos (‘Tormento’, ‘La de Bringas’, ‘Fortunata’, ‘Tristana’), pero también de los masculinos (‘Pedro Polo’, ‘Rafael del Águila’, ‘Maxi Rubín’, ‘Angel Guerra’).
Lo que me interesa es demostrar cómo esas disonancias afectivas no son sólo indicativas de una alienación individual y psicológica, sino que demuestran la implicación de lo emocional y lo social. En lugar de la dicotomía tradicional del yo contra el mundo, mi análisis explora cómo Galdós construye la relación compleja entre los cuerpos, los afectos y el mundo: la forma de afectar y ser afectado, lo que nos mueve hacia algo y lo que nos detiene en una posición fija.
P.- ¿Cómo gestionan la inteligencia emocional los personajes galdosianos?
R.- El mundo de Galdós es muy amplio y complejo, y no se puede establecer una única manera de gestionar la inteligencia emocional. Esos términos son muy de nuestra época, aunque sí es cierto que desde el siglo XVII se plantea la importancia del adecuado manejo de las emociones como un elemento necesario para la vida civil. “Ojo al corazón…. No permitas que te domine” es el consejo que le da Feijoo a Fortunata, consejo que esta es incapaz de seguir.
Algunos de los personajes más complejos y admirables de Galdós son, irónicamente, los que no saben manejar sus emociones para su beneficio: Isidora Rufete, Fortunata, Tristana, Benigna, Ángel Guerra. La narrativa galdosiana está llena de personajes ‘voluntariosos’ en su doble sentido positivo y negativo: se oponen, resisten y bloquean, pero también que encarnan la capacidad del ser humano de reorientarse con firmeza, aunque sea en el terreno de la imaginación, hacia nuevos rumbos, personales y sociales.
P.- El universo femenino en la literatura de Galdós es omnipresente. ¿Cómo logra un autor decimonónico conectar con el alma femenina a nivel emocional?
Yo no me referiría exactamente al ‘alma femenina’, sino más bien a la recreación de la subjetividad, masculina y femenina. Lo que logran ciertos autores, Galdós entre ellos, es construir subjetividades complejas, sin reducirlas a estereotipos, sin simplificarlas, ni para bien ni para mal. Rosalía de Bringas, por ejemplo, es un personaje extraordinariamente logrado, y sin embargo, no puede considerarse ‘positivo’. La superficialidad de su deseo, su exhibicionismo y consumismo, su clasismo, se presenta de forma paralela a su insatisfacción personal y su cuestionamiento de su lugar en el mundo. Esas paradojas de la subjetividad del personaje quedan reflejadas con extraordinaria perspicacia tanto en ‘Tormento’ como en ‘La de Bringas’.
P.- En su ensayo ‘La imagen elusiva’ plantea cómo el proyecto narrativo galdosiano cuestiona las propias convenciones literarias y representa las estructuras de poder de la época. ¿Consigue realmente romper los moldes de la novela decimonónica y crear un género totalmente nuevo?
R.- No se trata de que cree un género nuevo. La novela galdosiana es, sin duda, parte de las grandes narrativas del siglo XIX, pero su proyecto es muy característico y muy ligado a la realidad española y a la perspectiva del autor. Fredric Jameson, uno de los pocos críticos anglosajones que incluye a Galdós en la lista de grandes narradores decimonónicos, sostiene que Galdós supera las antinomias características del realismo, creando textos que funcionan en relación, no al principio de unidad, sino de heterogeneidad, un principio que queda apuntalado por un complicado juego de perspectivas narrativas (algo que para mí es un acierto y no una rémora).
P.- Hablando de disonancias, en su obra ‘La nación singular’, finalista al Premio Nacional de Ensayo 2014, presenta la lógica del disenso, que sostiene que la cualidad esencial de la democracia consiste en la apertura a formas singulares de pertenecer a ella, y en cuestionar las formas de compartir el territorio. ¿Tiene conexión esta teoría con la visión galdosiana sobre el nacionalismo español?
R.- En lugar de hablar sobre el nacionalismo español (un tema sobre el que he escrito bastante), creo que es más pertinente hablar de la visión galdosiana de España y la vida en común, que siempre, indefectiblemente, incluye formas distintas e incluso opuestas, de ver, y sentir, la realidad social y política. La mejor manera de resumir eso es recordar el maravilloso poema de Cernuda ‘Bien está que fuera tu tierra’, en el que él, desde la amargura del exilio, recuerda y rescata la España “tolerante de lealtad contraria” que le mostró Galdós, heredero a su vez de Cervantes. El disenso es la condición básica de la democracia porque asume la necesidad de negociar con esas lealtades o visiones discrepantes, con la heterogeneidad, con toda la dificultad que ello implica.
P.- También ha sido cercana a la realidad de Cataluña. ¿Cuál es su visión al respecto?
R.- Yo estudié literatura catalana como optativa de la licenciatura de filología hispánica en Madrid. Esa clase me abrió el panorama de una literatura y cultura fascinantes, cuyo conocimiento me ha enriquecido personal y profesionalmente. Luego, por motivos laborales, viví dos años en Barcelona, del 2013 al 2015. Escribí el final de mi libro sobre la democracia española allí. Lo primero que hice fue matricularme en una clase de catalán básico: no lo hice por obligación, sino por respeto. Entiendo bien el catalán, pero lo hablo muy mal, y nunca tuve ningún problema, al contrario, me gustaría aprenderlo mejor. La gente aprecia mucho el gesto de intentar hablar su lengua (que, sin duda, lo es, aunque también tengan otra) y el respeto por su cultura. La realidad de Cataluña es múltiple, no es un todo homogéneo. Yo he participado en muchos debates allí, con una gran variedad de posturas representadas.
P.- ¿Cree entonces que en España ha fallado la gestión de su pluralidad?
R.- Mi postura, que he desarrollado en varios trabajos y comparto con varios críticos, es que en democracia lo común no se puede dar por cerrado, y no se puede imponer por decreto ley, sino que se construye a partir de una actitud de apertura a la negociación del conflicto. Por otro lado, mi percepción de la compleja pluralidad española viene marcada tanto o más que por Cataluña como por mi relación personal y familiar con Canarias, esas “ínsulas forasteras” sobre las que tantas miradas ajenas se proyectan; un territorio que muchas veces ni siquiera sale en los mapas de España, y cuya cultura hasta el día de hoy queda excluida en formulaciones como la de los ‘estudios peninsulares’. En ese sentido, tengo un libro en prensa, una historia cultural de las literaturas en España, escrito con mi colega Jo Labanyi y con la colaboración de especialistas en literatura catalana, vasca y gallega: cubrimos por tanto las literaturas de las cuatro lenguas cooficiales de España y sus trayectorias, a veces convergentes y a veces divergentes.
P.- Usted nació en Venezuela, creció en España y desarrolló su carrera profesional en Estados Unidos. Eso le da una visión amplia sobre la realidad española. ¿Cuáles son los peligros actuales de los ‘ismos’, sobre los que ya alertaba Galdós?
R.- Sí, creo que mi trayectoria, y la de mi familia, demuestran que las realidades nacionales nunca son homogéneas, ni en España, ni en Venezuela ni en Estados Unidos. Actualmente, la defensa de una de pertenencia nacional exclusiva y excluyente está en auge, con desastrosos resultados. Creo que eso es reduccionista y borra la complejidad de las identidades múltiples, que, además, son cada vez más frecuentes. Mi padre, canario y conservador, emigró por motivos económicos a Venezuela. Vivió más en Venezuela y Madrid que en Las Palmas; se consideraba español, pero su pertenencia emocional siempre fue “su tierra canaria”. Mis abuelos maternos, madrileños, de izquierda, emigraron por motivos políticos después de la guerra civil. Nunca dejaron de considerarse españoles hasta la médula, pero durante mucho tiempo fueron acusados de no serlo por sus ideas. Yo he tenido tres identidades oficiales: venezolana (por nacimiento), española (por voluntad y arraigo) y norteamericana (también por voluntad y arraigo). Tengo doble nacionalidad y considero un derecho y un deber cumplir y aportar con lealtad a las comunidades de las que formo parte, desde el consenso y también desde el disenso. En ese sentido, la mirada galdosiana hacia la realidad de su país, generosa, comprensiva, pero también crítica, incisiva y comprometida, es para mí un modelo, sin duda.
Trayectoria de Luisa Elena Delgado
Luisa Elena Delgado es catedrática de Literatura, Teoría Crítica y Estudios de Género de la Universidad de Illinois (Urbana-Champaign), donde actualmente dirige la Escuela de Literaturas, Culturas y Lingüística. Entre 2013 y 2015 residió en Barcelona, donde dirigió el programa de Educación en el Exterior de las universidades de California e Illinois, en cooperación con la Universidad de Barcelona.
Es especialista en análisis e historia cultural, con especial énfasis en la construcción retórica, ideológica y política de la cultura de normalidad y consenso de la democracia española. En esa línea, y entre sus numerosas publicaciones, destacan ‘’La nación singular: Fantasías de la normalidad democrática española (1996-2011)”, publicado por Siglo XXI en 2014, con el cual fue finalista del Premio Nacional de Ensayo en 2015. En 2016 publicó con Vanderbilt University Press el volumen ‘Engaging the Emotions in Spanish History and Culture, from the Enlightment to the Present’, coeditado con Pura Fernández (CSIC) y Jo Labanyi (Universidad de Nueva York). La versión española, ‘La cultura de las emociones y las emociones de la cultura española contemporánea’, fue publicada por Cátedra en 2018.
Es editora de una colección sobre estudios culturales hispánicos contemporáneos para Liverpool University Press, y coeditora del Journal of Spanish Cultural Studies. Es también editora asociada del Journal of Iberian and Latin American Studies y pertenece al consejo editorial de varias revistas especializadas en Estados Unidos, Reino Unido y Latinoamérica.
Ha sido evaluadora del National Humanities Center (EE, UU,), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) en España, así como de multitud de otras instituciones internacionales. Ha formado parte de equipos de investigadores internacionales, colaborando en varios proyectos transnacionales. Ha recibido numerosas becas y reconocimientos. Entre los más recientes (2018), el título de University Scholar que otorga la Universidad de Illinois a un grupo selecto de investigadores de todas las disciplinas por sus trayectorias de especial distinción y reconocimiento internacional.