Noticia: Dos visiones alrededor del Fotolibro
8 de marzo de 2023
El fotolibro es uno de los soportes de difusión de trabajos fotográficos más deseados por sus creadores y supone una de las formas más apasionantes para conectar con el público. El fotógrafo español Julián Barón ha participado en el CCA Gran Canaria Centro de Cultura Audiovisual del Cabildo grancanario, en un taller impulsado por el creador canario Rafael Arocha. Barón impartió una charla en el marco de este taller en la que nos acercó a la dimensión más crítica y política del fotolibro. Barón es un autor fundamental para entender el género en la reciente y aclamada historia del fotolibro español y un creador que entiende este medio como un artefacto con el que generar pensamiento crítico y alternativo. En la colaboración que reproducimos, Barón explica cómo surge un fotolibro como proyecto: el libro como forma de accionar y el catálogo como forma de desarticular el pensamiento.
¿Cómo nace un fotolibro?
Por Julían Barón
Los libros no se limitan a contar la historia, la hacen. Los libros son conductores de ideas, de los momentos clave de las civilizaciones y de los pensamientos de cambio. Sin los libros la historia está en silencio, y el desarrollo de la sociedad no sería posible. El libro como espacio de creación y testimonio.
Los libros son el resultado de una colaboración que ponen en común los diferentes cuerpos de acción-pensamiento de los libros: el espacial (el libro como espacio), el hacedor (quienes hacen el libro) y el lector (quienes leen y activan el libro) bajo la premisa de sentir sus límites y provocar desbordamientos. Me gusta pensar el libro como una unidad. De trasmisión mejor que comunicación. Cada libro es un ejercicio de colaboración donde diversos cuerpos, manos y mentes lo hacen posible para que te encuentre.
Para activar un libro hemos de tocarlo, pasar las páginas con las yemas de los dedos, que es la parte del cuerpo con más terminaciones nerviosas. Quien lea un libro con fotos, al tocar las páginas está enviando millones de impulsos eléctricos a su cerebro e integrándose en el ritmo, tono y tiempo de la secuencia de imágenes. Otra lectura posible se desata no lineal, sino espiral.
El fotolibro es un medio extraordinario para apreciar como las fotografías al enlazarse página a página: amplifican su campo semántico, transmitan ideas, emociones e historias vividas en primera persona. Los fotolibros como objetos físicos son indispensables para nuestra historia colectiva. Tanto quien lee como quien hace libros ha de enredar unos sentidos con otros, tiene que escuchar lo que el conjunto de imágenes nos tiene que decir. La historia personal del lector carga de sentidos a la secuencia de imágenes.
Muchas voces dijeron, dicen y dirán que el fotolibro está en crisis. No lo creo –quizá la industria del libro está en crisis- si no más bien que el fotolibro sin la crisis o sin un estado de crisis no se puede comprender. El fotolibro en la Historia de España se ha expresado con más intensidad en los momentos de crisis. Ya sea una crisis externa –del contexto político, social, económico, cultural, etc., o interna –personal y creativa de quien lo hace. El libro como forma de accionar y el catálogo como forma de desarticular el pensamiento.
El contexto y el tiempo afectan a los libros, así como estos nos afectan íntimamente y esto es lo que me atrae, los hacen maravillosos. El libro se activa a través de sus lectores y a lo largo de su propia vida. Los libros en sí mismos son como una palanca para ir moviendo el mundo a nuestro ritmo. Los libros disponen ante nosotros un espacio abierto a la experimentación en lo que respecta a la manera de contar y leer una historia. Si hay un nexo temático y estético entre los libros, de algún modo el interés es armar y activar una comunidad de lectores.