¿Cómo planteará su sesión en el Teresa de Bolívar y qué podrá escuchar el público la noche de su intervención?

Cada una de las sesiones que preparo para festivales llevan detrás un trabajo de investigación y búsqueda, con un componente pedagógico también, para que el público se sienta atraído por esos nuevos sonidos y se divierta. En este caso, y obedeciendo a la esencia del Festival Teresa de Bolívar, preparo una sesión de temas de raíz latina contemporánea pero también con especial atención a la tradición. Cuando trabajo en la lista de canciones cada una de ellas me ha emocionado en su escucha antes de compartirla, solo así siento que podré contagiar al público esos mismos sentimientos.

¿Qué opinión le merece el cambio que experimenta este año el evento con la incorporación de estilos musicales más eclécticos y modernos a su cartel y cómo presume que lo asumirá el público, más acostumbrado en sus 35 años de historia a los sonidos de raíz o tradicionales?

Me parece un gran acierto. Por el Festival Teresa de Bolívar han pasado los artistas más grandes de la música latinoamericana, incluidos los referentes canarios. Quizás ahora es el momento de escuchar ese relevo generacional musical. De conocer las propuestas sonoras de jóvenes con mucho talento y formación que se criaron escuchando toda esa música de raíz en el entorno familiar que les han inspirado hasta crear un lenguaje musical nuevo acorde a estos tiempos, pero a la vez muy respetuoso con la tradición. Es un gran momento para descubrir esos nuevos lenguajes sonoros maravillosos que piden una oportunidad, como la que ahora les brinda este festival.

¿Cómo se definiría como Dj y qué cree que hace diferentes sus sesiones?

Me identifico más como selector o pinchadiscos que como ‘deejay’, en el sentido de que no manipulo la música cuando se está reproduciendo. Las canciones que pincho pertenecen a otros artistas y se tienen que ofrecer tal cual, sin aderezos. Soy periodista de profesión y esta faceta artística, a la que llegué por casualidad, me ha dado muchas satisfacciones y la oportunidad de participar en algunos de los mejores festivales de Canarias y compartir cartel con artistas que admiro. En cuanto a la diferencia, diría que mis sesiones llevan siempre un importante fondo cultural. La música es arte y como tal no puede perder la capacidad de emocionar a quien la escuche.

¿Cuáles han sido sus referentes en el contexto de la música?

Siempre he escuchado de todo y con gusto, eso hace que tenga una visión amplia de diferentes géneros musicales. Me gusta mucho la música mestiza, que es el reflejo del mundo que vivimos hoy. Esa mezcla de culturas llevadas a la música es muy enriquecedora y un hilo sin fin de artistas de todo el mundo que disfrutan haciendo canciones que les unen. No sé si la música será capaz de cambiar el mundo, solo sé que nos hace más soportable la vida en él.

¿El reto de cualquier sesión a la que se enfrenta siempre cuál es a su juicio? ¿El público?

El reto es abordar un género y que quede bien representado, y también pensar en el público, por supuesto. Pero hay otros aspectos como el lugar, el horario, si es un festival familiar o muy especializado. Todo eso te da datos para saber por dónde deberías llevar la sesión. Cuando empiezo a prepararlas es como un papel en blanco. En función del género que tengo que trabajar empiezo a escuchar de cero, voy recopilando canciones y haciendo una lista, que a veces es enorme. Después toca empezar a elegir bien hasta formar un discurso sonoro coherente que tiene que caber en el tiempo que tienes para actuar.

¿Qué artistas le inspiran hoy?

Me gusta mirar mucho a Latinoamérica y a África, dos potencias musicales brutales. Y a Europa cuando llega gente procedente de migraciones y llegan a esos países europeos tristes y cómodos a ponerlos patas arriba con sus propuestas y visión musical. Me llama mucho la atención el fenómeno que lleva años dándose en varios países latinoamericanos de renovar sus músicas tradicionales, como el tango argentino, la cumbia colombiana o el trabajo del grupo Novalima con la herencia africana y folclórica del Perú. También esa corriente se da en Canarias con proyectos como el que desarrolla Don Juan León con su proyecto Piedra Viva o lo que en su momento hizo el grupo Artenara. En cuanto a referentes de selectores o 'deejays' siempre me ha gustado mucho Dj Floro, un veterano de la escena de músicas del mundo con un gran bagaje cultural y profesional.

¿Influye o modifica su trabajo el cambio de los gustos del público hacia los ritmos más urbanos o actuales que se dan en la burbuja de la música?

No, para nada. Es el momento de la música urbana, está claro, pero todo no es música urbana. Aún hay rock, jazz, reggae, blues, soul, funk, pop, electrónica, y en esa barra libre de estilos sonoros uno elige lo que más le gusta o lo que mejor le identifique. Lo importante es que se toleren y respeten. Pero lo que sí está claro es que la cultura musical te hace entender mejor lo que ocurre en el mundo de la música y te ayuda caminar en esa jungla sonora.

¿Cuál es el panorama o la situación profesional de los Djs en Canarias? ¿Hay circuito estable o hay escasez de espacios, locales o celebración de eventos en los que se pueda desarrollar la actividad con regularidad?

Pues estarán como siempre, mal pagados, poco reconocidos y a la espera de locales donde les llamen para actuar. Son muy pocos los que pueden vivir de su trabajo de ‘deejay’.