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Noticia: Aimé Tapia: “Las mujeres indígenas perciben de manera inmediata las alteraciones ecológicas en sus territorios”

4 de marzo de 2024

Las comunidades indígenas son pueblos especialmente vulnerables a la explotación de su territorio y a la supervivencia de su modo de vida tradicional. Las mujeres se ven obligadas, además, a dialogar de manera crítica con tradiciones y costumbres que son discriminatorias para ellas, dentro de sus propias sociedades. Quizás por ello, o, a pesar de ello, el movimiento ecofeminista, que agrupa las demandas relacionadas con la ecología y el feminismo ha calado hondo en algunas de estas sociedades. Algunas de estas defensoras, no solo se identifican con este movimiento, sino que también proponen un horizonte alternativo para la sostenibilidad, la justicia ecológica y la mejora de las condiciones de vida de las mujeres. Georgina Aimé Tapia, filósofa y ecofeminista, ha estudiado en profundidad algunas de estas comunidades y se detuvo en la Casa de Colón recientemente para explicar los pensamientos y prácticas ecofeministas en Latinoamérica en la sesión inaugural del proyecto multidisciplinar ‘Tierra Removida’, impulsado por el Servicio de Museos del Cabildo de Gran Canaria.

“El ecofeminismo ha sido más visible en la última década por la gravedad de la problemática socioecológica”, asegura la profesora Aimé Tapia. “Las diversas formas de ecofeminismo coinciden en que buscan comprender los vínculos entre el patriarcado, el colonialismo y el antropocentrismo. En Iberoamérica, se ha conocido la historia del ecofeminismo en gran medida gracias al trabajo de Alicia Puleo”, recuerda la investigadora, refiriéndose a una de las principales representantes del movimiento en España que participa junto a ella en la jornada inaugural de ‘Tierra Removida’ en la Casa de Colón.

Mujer indígena y feminista

La doctora Tapia reconoce que las mujeres indígenas que forman parte de movimientos en defensa de sus territorios ante proyectos extractivos no están familiarizadas, en muchos casos, con los términos de ecología y feminismo. Sin embargo, sus acciones, sus pensamientos y los cambios que generan en sus contextos coinciden en varios aspectos con el ecofeminismo. “Hay un reconocimiento de los saberes ambientales de las mujeres indígenas y campesinas, así como la denuncia de las afectaciones específicas que padecen ante la crisis socioecológica, pero también la discriminación que viven en sus propias comunidades”.

La filósofa considera que que la reflexión sobre el significado de la Naturaleza y el lugar de los seres humanos en el tejido de la vida que es propia del ecofeminismo, coincide en varios aspectos con lo que plantean las éticas de las culturas indígenas, “siempre y cuando éstas últimas no se olviden los derechos de las mujeres”, advierte.

Indigenismo y cambio climático

“Ante la emergencia climática, las afectaciones son más extremas para las poblaciones indígenas y campesinas que, por efectos de esta situación, cosechan cada vez menos alimentos, tienen mayor dificultad para acceder al agua potable y ven sus territorios amenazados y saqueados por proyectos extractivos, al mismo tiempo que proliferan las enfermedades y el empobrecimiento”, reflexiona Aimé Tapia. “En estos contextos, se trata de una cuestión de subsistencia, en donde las mujeres indígenas están al frente por los roles que desempeñan en sus comunidades (abasto de agua, leña, agricultura de autoconsumo, recolección de alimentos y plantas para atender malestares de salud, entre otros). Ellas son quienes perciben de manera inmediata las alteraciones ecológicas en sus territorios y experimentan mayores dificultades en sus actividades cotidianas”.

Teología de la Liberación

El ecofeminismo ha sido, desde sus inicios, en los años 70 del pasado siglo, un movimiento emergente, sobre todo en América Latina. La profesora Tapia explica una de las causas. “En Latinoamérica, la historia del ecofeminismo, por lo menos en sus orígenes y primeros desarrollos, está vinculada con la Teología de la Liberación. Algunas de las religiosas que realizaban trabajo de base, se dieron cuenta de que, entre los pobres, las mujeres son mayoría, más aún si eran indígenas y afrodescendientes. También fueron conscientes de que la degradación ambiental y la discriminación hacia las mujeres y los pueblos racializados tienen relación con una idea dominante de dios sostenida por prejuicios antropocéntricos, androcéntricos y coloniales”.

En este sentido, la teóloga y filósofa brasileña Ivone Gebara es una referencia esencial para el ecofeminismo latinoamericano. Su obra ha sido una de las bases del colectivo ecofeminista ‘Con-spirando’, en torno al cual se han reunido ecofeministas de Latinoamérica y el Caribe, y que ha publicado una revista sobre ecofeminismo desde hace más de treinta años. “En este ecofeminismo se puede identificar una concepción amplia del patriarcado como sistema de dominación; la crítica al colonialismo y el reconocimiento de los saberes de las mujeres racializadas, así como de formas de espiritualidad indígenas”, apunta la investigadora.

Doble condición

Indígena y mujer. ¿Es un doble obstáculo esta condición o una doble oportunidad? “No podemos olvidar que estamos en un sistema patriarcal y colonial”, responde Aimé Tapia, a modo de respuesta. A pesar de los muros, la aportación del movimiento indígena al ecofeminismo es fundamental. “Los saberes, experiencias y prácticas de las defensoras indígenas han nutrido al ecofeminismo desde sus inicios”, añade la pensadora. “Junto con los movimientos socioecológicos protagonizados por mujeres indígenas, está en construcción la propuesta teórica de autoras latinoamericanas que son cercanas a las defensoras o ellas mismas participan en las resistencias de sus comunidades, y que están generando conocimiento feminista sobre el extractivismo, el territorio y otros aspectos de la crisis ecológica, con potentes elementos de análisis como el ‘cuerpo-territorio’, el ‘tejido’, la comunidad y el buen vivir, que desde sus miradas ponen en cuestión las formas de patriarcado indígena”.

Mientras reflexiona sobre este punto, piensa Aimé Tapia en Berta Cáceres, originaria del pueblo lenca, ubicado en Honduras, y asesinada por quienes querían imponer un proyecto hidroeléctrico que causaría un gran daño a la Naturaleza. “Desde una ética indígena, ella defendía al río Gualcarque, al que concebía como un ser vivo valioso en sí mismo, portador de un corazón propio y a su vez sustento para muchas otras formas de vida. Además de esto, exigía el respeto por la dignidad de las mujeres y el reconocimiento de sus derechos. A mi juicio aquí se expresa una forma de ecofeminismo desde los mundos indígenas, que tiene muchos elementos de la filosofía ancestral”.

 Lograr el equilibrio

La conservación de unas tradiciones y valores ancestrales que, al mismo tiempo, son discriminatorios para ellas en sus propias comunidades, les otorga una capacidad especial para caminar en la cuerda floja. “Las mujeres indígenas no sólo padecen los estragos de la crisis socioecológica y las desigualdades estructurales que las discriminan, sino que también denuncian los usos y costumbres que las perjudican dentro de sus propias comunidades”, reflexiona Aimé Tapia. “Ellas luchan por cambiar esas tradiciones, porque las culturas están vivas y son dinámicas. Las defensoras ambientales están nutriendo a las éticas y epistemes indígenas al defender el territorio y además sus derechos específicos como mujeres”.

El hecho de pertenecer a culturas en las que prima la comunidad frente al individuo puede ser otra piedra en el camino para las reivindicaciones de las mujeres indígenas. “En el feminismo comunitario se aborda la tensión entre las reivindicaciones de las mujeres indígenas y la comunidad tradicional. El argumento central es que las  mujeres que forman parte de los procesos de reconstitución de los pueblos y de la resistencia contra el extractivismo están abriendo nuevos sentidos para entender la comunidad más allá del patriarcado ancestral indígena. Es decir, una forma de comunidad pensada como espacio de interdependencia, dignidad y respeto, en donde no puede haber dominación por parte de los hombres hacia las mujeres, sino relaciones horizontales y de reciprocidad. Por supuesto que esto no es nada fácil y encuentra muchas resistencias”, reconoce la pensadora.

Occidental e indígena

“La expresión ‘feminismo occidental tradicional’ no es del todo clara”, dice Tapia cuando se le pide confrontar la visión de la mujer indígena con las reivindicaciones de sus compañeras en Europa. “En la historia del feminismo desde la Ilustración, hubo voces como la de Olympe de Gouges, y otras más, que denunciaron la colonización y la esclavitud, además de plantear reivindicaciones para las mujeres. Me parece que desde ahí se pueden tender puentes con los feminismos del Sur, y que el ecofeminismo crítico de Alicia Puleo, por ejemplo, abre diversas posibilidades para ello”.

Las diferencias coexisten, no obstante. “Algunos aspectos de los feminismos indígenas, como lo referente a la comunidad, no se comprenden tan fácilmente desde la mirada occidental, porque muchas veces las comunidades, las tradiciones y las costumbres han funcionado como argumentos para despojar de derechos a las mujeres. Es innegable la existencia de hegemonías históricas sobre los territorios invadidos y colonizados, sin que esto signifique que no se reconozca ningún aspecto positivo de Occidente (como si Occidente no tuviera debates en su interior y fuera una sola cosa indiferenciada), ni tampoco que en las culturas indígenas no haya nada por cuestionar”.

Trayectoria de Georgina Aimé Tapia González

Aimé Tapia es doctora en Filosofía por la Universidad de Valladolid y maestra en Filosofía de la Cultura por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, (México). Actualmente desempeña su labor como profesora-investigadora a tiempo completo en la Facultad de Pedagogía y fue directora de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Colima (2018-2022).

Forma parte del comité editorial de la revista GénEros. Es integrante de la Red Mexicana de Mujeres Filósofas, así como de la Red de Mujeres Filósofas de América Latina y de la Red Ecofeminista. Sus líneas de investigación son: filosofía, teoría feminista y estudios de género, feminismos indígenas y ética medioambiental. Tiene nivel 1 en el Sistema Nacional de Investigadores.

Ha publicado en las siguientes revistas: Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid; Daimon Revista Internacional de Filosofía de la Universidad de Murcia; Dilemata Revista Internacional de Éticas Aplicadas; Revista Interdisciplinaria de Estudios de Género de El Colegio de México; Praxis Sociológica de la Universidad de Castilla la Mancha y GénEros Revista de Divulgación e Investigación de Estudios de Género de la Universidad de Colima; y ha participado con diversos capítulos de libro en editoriales de reconocido prestigio. Es autora del libro ‘Mujeres indígenas en defensa de la Tierra’, Colección Feminismos de la Editorial Cátedra, 2018, Madrid, España y ha sido coordinadora del libro ‘Tras las huellas de Antígona. Voces de filósofas más allá de las fronteras disciplinares’. Universidad de Colima, 2021.

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