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Noticia: Lou Red reinterpreta la obra indigenista de Antonio Padrón con una exposición en su Casa-Museo de Gáldar

13 de febrero de 2024

Lourdes Rojas de Echevarría, conocida en el ámbito artístico como Lou Red, es una artista audiovisual y multidisciplinar (también es productora, realizadora, escenógrafa y docente). Tras estudiar en profundidad la obra del pintor indigenista galdense Antonio Padrón, propone una reinterpretación de su obra a través del concepto de magua, término que procede del portugués, y que el Diccionario Básico de Canarismos define como “pena, lástima, desconsuelo por la falta, pérdida o añoranza de algo”. El resultado es una exposición en la Casa-Museo Antonio Padrón-Centro de Arte Indigenista de Gáldar, compuesta por 20 fotografías, realizadas con la técnica de collage digital, que se inaugura el próximo día 15 de febrero, a las 19.00 horas. La muestra, de visita gratuita, permanecerá abierta al público hasta el 31 de marzo en el espacio expositivo de ‘El voladizo’ en el horario del museo, de 10:00 a 18:00 horas, de martes a domingo.

Sobre la magua

Lourdes Rojas realiza su propia reflexión sobre el concepto de magua, ya no solo en el plano artístico, sino en el personal. “Bueno, llegar a una especie de definición en torno a esta palabra fue complejo, por un lado desde la propia palabra en sí y sus matices, y, por otro, desde la forma adquirida. Sería algo así como la esperanza que no llega, aquello que ocurre en nuestro interior nada mas quitar la alegría, cuando  aparece la pena, el desconsuelo, la aflicción y el café amargo”.

La sombra de la magua de la propia artista sobrevuela también en la obra. Al leer la obra y biografía de Antonio Padrón, Lou Red vio la reseña acerca de la pérdida de los seres queridos del pintor en su infancia. Eso le hizo conectar con su propia pérdida, la de su hermana pequeña, a causa de una negligencia médica. “Me hizo pensar sobre una idea que llevaba mucho tiempo en mí, la muerte vista de cerca cuando se está en la primera etapa de la vida, cuando todavía no tenemos un conocimiento sobre el mundo y, sobre todo, cómo eso influye en nuestra forma de expresarnos. ¿Nos da cierta magua al no comprender bien lo que pasa?”, se pregunta la artista.

La propuesta

La exposición se compone de una serie de cuadros que nacen de la observación de la obra en el museo y de la elaboración posterior de composiciones en fragmentos de fotografías realizadas y trabajadas con técnicas de collage digital. En su hilo conductor aparece, la magua y lo fractal, concepto en el que un objeto geométrico repite el mismo patrón a diferentes escalas y con diferente orientación, y, a medida que surge el proceso de elaboración de la idea, esta va tomando forma.

En la primera impresión, Rojas tomó unas fotografías de la última obra inconclusa en el taller del pintor, ‘La Piedad’, y, a partir de ahí, elaboró los primeros esbozos, donde  apareció una máscara. “Entonces decidí trabajar transversalmente sobre la idea, la palabra, el sentido y los sentimientos que englobaba el término”, apunta Lou Red.

Al buscar un mayor detalle, “arrojando luz sobre lo percibido”, la autora indagó en la colorimetría empleada y sus formas, al tiempo que balanceaba sobre la palabra y la profundidad donde habita. El resultado fue “una reflexión poética sobre lo que sentimos mas allá de la piel y las estructuras geométricas dentro del ser”.

La muestra está compuesta por una veintena de piezas, separadas por 3 actos o etapas del proceso y realizadas con técnica mixta. “Parto de fotografías que he tomado de fragmentos de la obra de Antonio Padrón y elaboradas por fotomontaje digital, una serie de poemas visuales que se han quedado latentes y una pieza audiovisual en bucle ‘Ojo: oído interno’.

Trayectoria de Lourdes Rojas de Echevarría

Lourdes Rojas de Echevarría (1968) ingresó en la Escuela Luján Pérez en 1976. Allí, artistas consagrados, como Felo Monzón, la iniciaron en el trazo desde el indigenismo al arte más geométrico y abstracto. Al llegar al instituto, en 1985, ganó su primer concurso con un collage donde representaba la navidad por medio de un árbol construido con las atrocidades del momento, las guerras, el hambre, las desigualdades, los conflictos humanos con la naturaleza misma.

En el verano de 1987 el Centro Insular de Cultura le abrió la puerta a las artes en general y las escénicas y el cine, en particular, en el apartado de producción. Comenzó la senda con ‘Calvario, tocata y fuga de un ataúd’. Luego pasó de meritoria a jefa de producción.

Pilar Miró fue determinante en sus enseñanzas y se nutrió de la vida del cine desde dentro. Continuó creando con A.S.L. Undelcepu (1991-1994), desde donde hacían impacto visual en la calle y performances. Siguió trabajando y combinando estudios cortos. Hace su primera dirección de arte con ‘Los hijos del viento’, de F. Merinero. Después, se convierte en jefa de localizaciones para el equipo de arte de ‘Aliados’, con Robert Zemekis, en 2015-16.

Al mismo tiempo imparte clases en las que prepara a las nuevas generaciones sobre conceptos como localizaciones, y mímesis para escribir el paisaje, el decorado versátil y mimético que tanto andan buscando las industrias culturales y creativas. En 2018 realizó escenografía inmersiva. El proyecto consistió en la creación de 17 espacios para representar los hábitats y costumbres desde una nueva visión y formato de ‘El legado de Atindamana’.

Continuó combinando los trabajos internacionales y locales. Destacan proyectos como ‘Norberta’, cortometraje de Lila o ‘La maldita puerta de atrás’, de Anartistas, o videoclips como ‘Tiritas’, de Belén Álvarez. En 2021 coopera en un estudio sobre la diversidad, proyecto que se traduce en la publicación de un libro para dar a conocer desde la prosocialidad las miradas diversas. La obra fue presentada en Barcelona, en el Palau Robert.

Colabora en el aula permanente de dramaturgia con Isabel Delgado, con el colectivo Autoras Malditas y con la escritura narrativa con Pedro García en el taller de Santa Brígida. También se ha nutrido con Marta Pazos en torno a la dramaturgia del color y con Palma Christian y Ana de la Puente en el taller de grabados del Cabildo de Gran Canaria.

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