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Noticia: Augusto Vives pinta un gran mural en la Biblioteca Insular a partir de textos escritos por Ángel Sánchez, Carlos Álvarez y Santiago Gil

27 de mayo de 2020

El pintor Augusto Vives trabaja actualmente en la Biblioteca Insular de Gran Canaria en la realización de un gran mural de veinte metros lineales, que sorprenderá a los usuarios y usuarias que empleen dentro de muy poco la sala de Estudio y Referencia de la primera planta, situada en el antiguo inmueble del centro dependiente de la Consejería de Cultura del Cabildo, conocido como el edificio Fernando Navarro.

Tres escritores, Santiago Gil, Ángel Sánchez y Carlos Álvarez, han puesto a su disposición cada uno de ellos una decena de textos para que el pintor seleccione los que figurarán junto con sus ilustraciones, en la obra que espera tener concluida a finales del mes de junio. Vives se sube cada día desde las nueve hasta las dos de la tarde, a una escalera desde la que pinta a tres metros de altura los sugerentes motivos que pueblan el mural, realizado con vivos colores de pintura acrílica.

Las ilustraciones de Augusto Vives se mueven entre un surrealismo poético y un esquematismo elemental dotado en muchas ocasiones de una elegante y poderosa fragancia infantil. “Se trata de un trabajo de constante ida y vuelta. Pinto a partir de lo que me sugieren los textos de los tres escritores, pero también de la adaptación de éstos a las referencias que ya conservo en algunos de mis cuadernos de autor”, explica el creador sobre el proceso de trabajo que se ha marcado para la realización del mural.

Precisamente Santiago Gil, uno de los tres escritores seleccionados por la Biblioteca Insular, advierte sobre la pintura de Vives que ésta “nos ofrece pistas, figuras, ensoñaciones o metáforas que luego nosotros terminamos recreando con nuestras propias cargas vitales, y con las abstracciones de cada una de nuestras miradas”.
La obra de Augusto Vives puede articularse como un conjunto de metáforas o una serie de versos visuales. El creador, nacido en Gran canaria en 1964, ha trabajado con algunos escritores. Empezó ilustrando un libro del poeta Javier Cabrera al que siguieron otras colaboraciones, como quedó plasmada en el título ‘Siete Lunas’, de Dolores Campos Herrero o ‘El destino de las palabras’, de Santiago Gil. Las palabras son parte importante en su obra, los títulos suelen formar parte de las piezas y aunque nunca se ha atrevido a escribir, se reconoce influenciado por la literatura.

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